La traducción en cifras (1)

Apasionados por la traducción en toda su diversidad, tratamos de mantenernos al tanto de la evolución de la profesión y de sus necesidades. Recientemente, quisimos saber qué libros están traducidos al mayor número de idiomas.

Según el Museo del Hombre de París, en el mundo se hablan 7.000 idiomas y miles de dialectos. Algunos idiomas se utilizarían más que otros, ya que 80% de los humanos utilizan 80 idiomas y sólo 20% los otros mil. Desgraciadamente, según la UNESCO, la mitad de los idiomas conocidos hoy en el mundo, sobre todo en Amazonas y Papúa Nueva Guinea, podrían desaparecer a finales del siglo XXI.

¿Cuál es el libro más traducido?

Las Sociedades Bíblicas Unidas (ABU, por sus siglas en inglés), quienes trabajan para que el mayor número posible de personas tenga acceso a la Biblia en su lengua materna, publicaron el 8 de marzo su Informe del 2017 sobre el acceso a las Escrituras en el mundo.
Según dicho informe, a finales del 2017, 674 idiomas tenían acceso a la Biblia completa, 49 más que en años anteriores, incluido el klinglon, el idioma de Star Trek.

Mientras que, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), la Declaración Universal de los Derechos Humanos está ahora disponible en más de 500 idiomas, con la incorporación en 2016 del quechua del norte de Bolivia.

La UNESCO cuenta con una base de datos en línea llamada «Index Translationum«. Esta base de datos, creada en 1932, recoge todos los libros traducidos en el mundo. Agatha Christie (7.233 traducciones), Julio Verne (4.751 traducciones) y William Shakespeare (4.293 traducciones) son los tres autores más traducidos según las estadísticas recientes de traducción.

Seguirán más cifras interesantes…

Oficio: traductor audiovisual

Françoise L’Héveder, de Cortextuel, tuvo la amabilidad de conversar conmigo sobre por el oficio de traductor audiovisual, para su blog «Parcours de traducteur».
Una gran idea para conocernos mejor.
Gracias, Françoise.

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Pierre Souchar, esepcialista en traducción audiovisual
por Françoise L’Héveder | 7 de febrero de 2020 |

Nuestra sección «Parcours de traducteur» de 2020 comienza este año con Pierre Souchar, traductor audiovisual. Pierre combina sus conocimientos técnicos de fotografía con su pasión por los idiomas y la escritura, para dedicarse a la traducción audiovisual, y en especial a la subtitulación. Aquí nos cuenta su trayectoria profesional y comparte con nosotros las evoluciones de la profesión.

¿Cuál ha sido su trayectoria profesional?
Antes de la traducción, trabajé como periodista y director de fotografía en cine.

Una familia bilingüe

Llegué a la traducción por diferentes razones. En primer lugar, mi madre es traductora y, como decimos en español, «hijo de gato caza ratón». También crecí en un hogar franco-venezolano, donde los idiomas ocupaban un lugar importante.

Soy licenciado en periodismo, tengo un diploma superior en tecnología audiovisual y un máster en traducción audiovisual. Traduzco del inglés al francés y al español, y soy bilingüe francés y español.

Traducción audiovisual

La transición a la traducción se produjo en diferentes etapas. En primer lugar, empecé a los 25 años, para ayudar a mi madre cuando estaba sobrecargada de trabajo. Ella fue quien me formó.

Luego, cuando tuve a mis hijos, busqué una manera de estar más presente en casa. El trabajo de director de fotografía es apasionante pero muy exigente, con rodajes en el extranjero y largas jornadas. Así que decidí hacer un curso de traducción audiovisual (en el ITIRI de la Universidad de Estrasburgo), para mantener un vínculo con el mundo audiovisual. Eso fue en 2007.

Subtitulación

Me establecí como traductor autónomo en 2009 y la subtitulación es una de mis especialidades. También utilizo mis conocimientos técnicos en la industria cinematográfica para traducir manuales o comunicados de prensa en este campo.

La principal evolución que he observado en la profesión es la creencia de muchos clientes de que la traducción puede hacerse de forma automática y, obviamente, en muy poco tiempo. Un cliente me preguntó el otro día si no había un programa de computación que pudiera traducir automáticamente una película… ¡No podía creerlo! Sobre todo porque es alguien que conoce un poco el negocio.

Es esta tendencia la que pesa sobre la profesión y, especialmente, sobre los precios. Es cierto que la traducción automática ha mejorado mucho en los últimos años, pero nunca sustituirá al ser humano, porque la traducción no es más que el arbitraje constante del traductor para elegir la mejor palabra, que un algoritmo nunca podrá sustituir. En la traducción audiovisual, incluso los programas de traducción asistida por ordenador son poco útiles.

Los aficionados a la traducción audiovisual, los «fansub».

Otra novedad, ésta más específica de la traducción audiovisual, es la presencia de los «fansub». Son personas que aman una serie de televisión y la traducen la misma noche en que se estrena en Estados Unidos. La mayoría de las veces se trata de personas sin formación que no dominan la lengua de destino.

Plataformas de streaming

Y luego están las nuevas plataformas de streaming, como Netflix o Amazon Prime Video, que hacen bajar los precios a costa de la calidad. Para comprobarlo, basta con leer el artículo de la Asociación de Traductores/Adaptadores Audiovisuales de Francia (ATAA) sobre el subtitulado de la película Roma, de Alfredo Cuarón.


En su opinión, ¿cuáles son las tres cualidades esenciales para ser subtitulador?
Al igual que con la traducción de textos, la primera cualidad sería tener amor por los idiomas. Y no se trata de un amor incondicional y beato, sino de un amor inteligente, siempre en busca de una expresión y al acecho de la evolución del lenguaje, un amor para escribir de la manera más clara y sencilla posible y lo más cercana al significado original.

Perfeccionismo, perspicacia y capacidad de síntesis

La segunda cualidad sería un excesivo perfeccionismo y perspicacia. En la traducción audiovisual entran en juego muchos parámetros, como la longitud del subtítulo, lo que se ve o no en la pantalla y que no se puede traducir y la capacidad de síntesis. A menudo, nuestra traducción no «entra» en el subtítulo. A veces, basta con dejar reposar la traducción durante unas horas, para volver a ella y que surja una versión más sintética. La mayoría de las veces, es una traducción mucho mejor.

Y la última cualidad sería el gusto por la técnica, sobre todo hoy en día. Cuando recibes un archivo de vídeo, lo primero que debes hacer es comprobar la frecuencia de imagen. Vivimos en un mundo digital lleno de estándares (uno se pregunta por qué se llaman «estándar»), y cada estándar debe ser tratado de una manera particular.

Un buen traductor o adaptador audiovisual debe ser capaz de hacer la detección de los subtítulos, es decir, de detectar el tiempo de exposición del subtítulo con un software especializado, aunque esta tarea suele ser realizada por los laboratorios de postproducción. Este paso es esencial y el traductor debe ser capaz de modificarlo, respetando los requisitos técnicos del cliente, para poder realizar su trabajo de traductor-adaptador.


El diablo está en los detalles

También suelo decir que «en nuestra profesión, la desconfianza es imprescindible». Cuando se recibe un archivo, es imprescindible verificarlo. A menudo hay errores u omisiones que pueden dar lugar a una mala traducción.


¿Qué consejo daría a los jóvenes traductores y a las personas que están en proceso de reciclaje y se sienten atraídas por la traducción audiovisual?

La formación es la clave de la excelencia

Lo primero sería formarse. En Francia, tenemos la suerte de contar con varios cursos. En mi opinión, es difícil tener éxito en la traducción audiovisual sin una formación previa. Los cursos nos permiten familiarizarnos y dominar la técnica antes de lanzarnos. El cliente no debe pagar por nuestra formación.

El segundo consejo sería ver las películas en versión original con subtítulos. Y hoy, gracias a la televisión numérica, esto es muy fácil. En las salas de cine, la calidad de los subtítulos es buena. Los traductores experimentados realizan un muy buen trabajo. En la televisión, es otra historia, pero con malas traducciones o subtítulos demasiado cortos, siempre se puede aprender como no hacerlo.

Tener una política de precios digna

Y el último consejo es no dejarse engañar por tarifas muy bajas. La traducción audiovisual requiere tiempo. Subtitular un largometraje de 90 minutos en una semana a razón de 4 euros/minuto se asemeja a la esclavitud. Son más de 50 horas de trabajo mal hecho por 360 euros, o 7,20 euros la hora…

Ser apasionado es esencial, pero esta pasión no debe cegarnos.

Goscinny y la traducción

El canal de televisión franco-alemán Arte pasa actualmente un documental sobre René Goscinny, dirigido por Guillaume Prodovnik en 2017.
Se puede ver la película en replay hasta el 20 de abril 2020.

Una parte de la película me interesó particularmente.
He aquí su transcripción, gracias a la gentileza de Mado Le Fur.

[13:00] Goscinny: Verifico todas las traducciones.
Yo hablo varios idiomas [francés, inglés, español] y verifico yo mismo la traducción.
Para los idiomas que no conozco, pido que se vuelvan a traducir a mi idioma para verificarla.

Narrador: Con respecto a la versión alemana, el amor de los Germanos por los irreductibles Galos estalla en 1963, cuando De Gaulle y Adenauer sellan la amistad entre los dos países.
Aprovechando la popularidad de Asterix, un editor publica una versión, digamos… alternativa.

Klaus Jöken (traductor alemán de Astérix): Asterix se convirtió rápidamente en un éxito.
Goscinny y Uderzo estaban encantados hasta el día en que leyeron en un periódico que, en Alemania, Asterix hacia propaganda neo-nazi.
Descubrieron que su editor había vendido los derechos sin su consentimiento y que el editor alemán había cambiado completamente la historia.
Los Galos eran Germanos y la historia hacia referencia a la Guerra fría.
Los Galos eran Germanos del Oeste y los Godos eran Germanos del Este.
Y el ocupante, los Romanos, tenían acento americano.
Además, la traducción estaba repleta de ideas de extrema derecha y de insinuaciones antisemitas.

Narrador: A partir de la prohibición de esa versión, y aún hoy en día, todas las traducciones a idiomas extranjeros son traducidas de nuevo al francés para su verificación.
Uno no se puede fiar en nadie.
Hay imbéciles por doquier.
Y de eso, Goscinny estaba convencido.